Dos conciertos, un mismo (y genial) escenario

El Webster Hall es uno de esos lugares en los que la música adquiere otra dimensión, casi física. Hay algo en su estructura, en la construcción del local, incrustado entre los edificios viejos de la calle estrecha calle 11, en Manhattan, que lo convierten en una caja de resonancia casi perfecta, donde la buena música suena mejor. Pegar la espalda contra la pared opuesta al escenario de la coqueta sala, situada a en la frontera occidental  del siempre animado East Village, hace que a uno le suban los golpes de batería por las cervicales, le vibren los riñones con cada acorde de guitarra eléctrica, se le llene el pecho de notas sostenidas, de punteos, de baquetazos.

En las últimas dos semanas, he tenido la suerte de vivir esa experiencia dos veces, en sendos conciertos de rock, la especialidad del Webster. En ambos casos me acompañó Amanda, la chica con la que vivo.

Primero vimos al grupo londinense Bombay Bicycle Club, que hacen un rock algo gamberro, salteado de influencias de folk, y que, como suele ser el caso con las bandas británicas, tienen un directo maravilloso.

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El concierto, un lunes por la noche, empezó con la floja actuación de los teloneros, los canadienses Plants and Animals, y se fue calentando hasta hacer vibrar, literalmente, el suelo y las paredes del Webster, un local construido a finales del XIX como espacio para espectáculos “por encargo” y que los primeros años de su existencia fue el lugar de reunión favorito de grupos anarquistas y comunistas en Nueva York.

Los Bombay, menos conocidos a este lado del Atlántico que en las islas británicas, tienen el dudoso honor de haber formado parte de la banda sonora de la saga de películas vampirescas Twilight. Tal vez por eso gran parte del público que se dio cita para verlos no estuvo a la altura de la calidad musical del joven cuarteto inglés. Sobraban alcohol –o gente incapaz de controlarse tras ingerirlo- codazos, gritos y superficialidad.

Sin embargo, los Bombay, liderados por el monumental vocalista Jack Steadman le dieron un golpe de tuerca a sus éxitos, de por sí originales. Tiene Steadman la rara virtud de sonar diferente dentro del mundo del rock indie, en el que la mayoría de los cantantes se imitan y acaban pareciendo todos el mismo. Su voz, frágil y llena de matices, es sostenida por el muy correcto batería Suren de Saram y, sobre todo por el talentoso guitarrista Jamie MacColl, cuyos dedos entran donde las cuerdas vocales de Steadman no pueden llegar.

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Los Bombay sonaron impecables casi toda la noche, pero guardaron la artillería pesada para el final, cuando tocaron sus éxitos Shuffle y, sobre todo, Always like this, que se extendió durante más de ocho minutos, en los que el líder del grupo tocó hasta cinco instrumentos diferentes, algunos tan exóticos para una banda de rock como una gaita escocesa o un trombón.

El Webster, que se quemó varias veces a principios del siglo pasado, fue durante lustros testigo de fiestas hedonistas de bohemios neoyorkinos y se asentó como sala de conciertos en los años 50 y 60. Por su escenario pasaron verdaderos mitos como Pete Seeger, Elvis Presley, Ray Charles of Frank Sinatra, y más tarde Eric Clapton o los Guns N’ Roses.

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Tras múltiples remodelaciones, el local se divide ahora en dos salas, una que opera casi todas las noches como discoteca y otra, muy parecida al Teatro Apolo, en Barcelona, o al londinense Koko, que alberga varios conciertos a la semana, casi siempre de grupos de rock indie, que tienen al Webster como una de sus salas de conciertos preferidas en todo el país.

Dos semanas después de ver a los divertidos Bombay Bicycle Club, Amanda y yo volvimos al Webster el sábado pasado, para presenciar un concierto del grupo de Nueva Jersey Real Estate, que este año repitieron en el cada vez más prestigioso festival Primavera Sound, en Barcelona.

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El estilo de Real Estate tiene poco que ver con el de Bombay Bicycle Club. Donde los segundos forjan su éxito en el eclecticismo y la compleja voz de su cantante, el grupo de Nueva Jersey brilla en la sencillez, en el minimalismo de un rock construido a base de cuatro pinceladas impresionistas.

No parecía estar del todo bien ajustado el sonido cuando abrieron el concierto con uno de sus temas más reconocibles, el hipnotizante Easy. Al cantante, de por sí la pieza más floja del trío, casi no se le escuchaba, algo que los técnicos de sonido tardaron varias canciones en resolver.

Para rematar la confusión, subía hacia los gallineros del Webster un profundo olor a marihuana, algo inaudito en una ciudad en la que fumar tabaco en el recintos cubiertos (incluso en la propia casa) es pecado mortal. “Ese tío está jugando con fuego”, se le oyó decir a alguien, mientras el personal de seguridad correteaba por la sala, olfateando como sabuesos en busca del porrero inconsciente. Alguien debió de avisarle, porque el inconfundible olor, que no falla a la hora de provocar sonrisas, sobre todo entre quienes nunca fuman. se esfumó, y con él se fueron, resignados, derrotados, los “seguratas”. Pero el concierto seguía.

No es difícil adivinar que los componentes de Real Estate son nativos de la costa este estadounidense, con su aspecto de niños empollones con atuendos insulsos, hombros caídos y tímidos flequillos. Sin embargo, si uno cierra los ojos y se deja llevar por su rock, entre surf y psicodélico, el subconsciente le transporta más bien a la cálida y tranquila california.

El directo sin duda no es el fuerte de Real Estate, a los que les falta algo de carisma en el escenario. Adolecen de falta de química, y no terminan de alcanzar la fabulosa sincronización que hace de sus melodías pendulares algo extraordinariamente agradable cuando se escuchan en disco, a ser posible completo y de manera secuencial. Su productor debe de ser un genio.

Sin embargo, agarrados sobre todo al batería Jackson Pollis, recién llegado al grupo, dieron una actuación más que digna en el Webster, que terminó cantando a coro el estribillo de la canción más conocida del grupo, que da título a su último álbum, It’s Real. Dicen que en el Primavera sonaron mejor.

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